Pon en práctica estas ocho acciones que te ayudan a mantenerte enfocado y logra así más y mejores resultados trabajando menos tiempo.
Si algo caracteriza al entorno laboral actual de todas las personas, sin importar su rol, el tipo de compañía para la que trabaje ni las funciones que realiza, es que está completamente plagado de elementos y situaciones que nos hacen perder el foco. Tanto la tecnología, como los espacios en los que trabajamos y hasta las mismas personas que nos rodean, hacen que sea un reto gigante para la mayoría de las personas el poder dedicarse a una sola tarea sin ser interrumpido.
Sin embargo, pocas personas son conscientes del impacto tan nefasto que esto tiene en sus niveles de productividad y hasta se jactan de su capacidad para atender dos o más cosas al mismo tiempo, sintiéndose todos unos maestros de la multitarea. Numerosos estudios han demostrado que esta mala práctica no solo no es posible, sino que es la responsable, en gran medida, de que aumenten los niveles de agotamiento y la sensación de que el trabajo no nos rinde tanto como quisiéramos.
Por ello, a continuación te comparto ocho prácticas que deberías tener muy presentes si quieres mantenerte enfocado y lograr que tu trabajo te rinda más, disminuyendo los niveles de agotamiento, cansancio y estrés laboral:
Identifica tu clico energético: muchos autores manifiestan que las personas no manejamos el tiempo ni las tareas, sino que manejamos nuestros niveles de energía. Por ello, es que es tan importante aprender a reconocer cómo se comporta nuestra energía a lo largo del día, es decir, en qué momentos de la jornada tenemos más capacidad y en cuáles horas por lo general sentimos que estamos más agotados. Al hacerlo, podrás destinar los momentos de mayor nivel energético a realizar aquellas tareas más retadoras y difíciles y destinarás los momentos de menor carga para gestionar tareas operativas o que demandan bajo esfuerzo. Vuelve consciente el escuchar tu cuerpo y verás como tareas que hoy te toman mucho tiempo, si las realizas en los momentos de mayor capacidad, vas a poder terminarlas mucho más rápido y con una sensación de menor agotamiento.
Planea tus días: una de las acciones que mas nos ayuda a evitar estar saltando de una tarea a otra, sentir que estamos bombardeados por una cantidad de imprevistos o que nos acordemos de alguna tarea a última hora, es realizar una adecuada planeación de nuestros días. El mejor momento para hacerlo es al final del día anterior. Revisa qué reuniones o citas tienes programadas y qué momentos tendrás disponibles para trabajar de manera individual. Asigna a estos últimos actividades específicas que debas realizar teniendo en cuenta el tiempo que cada tarea te requerirá, el nivel de esfuerzo o energía que necesita y la fecha límite en la que la debes entregar. Así sabrás en qué tarea te vas a enfocar en cada momento de tu jornada. Por último, ten presente que no debes programar con actividades todo tú día; deja un tiempo disponible para atender algún imprevisto que te pueda llegar.
Prepárate para la jornada: tener un buen desempeño a lo largo del día y lograr altos niveles de concentración requieren de una preparación consciente y una disposición de nuestras mentes y cuerpos para tal resultado. Por ello, no solo debes planear tu día desde la jornada anterior, sino que debes asegurarte que posees una beneficiosa rutina en las noches que propicie un sueño reparador e implementar una poderosa rutina de la mañana para que ese nivel de energía que requieres para empezar a trabajar esté en su mayor capacidad. Empezar el día agotado o con una baja energía son grandes enemigos de la concentración.
Alístate para cada tarea: uno de los errores más comunes que afectan la concentración es que empezamos a trabajar en una actividad sin estar totalmente listos para ella. Es decir, creemos que trabajar en algo es simplemente abrir el computador y empezar a gestionarlo sin ser conscientes de que nos faltan datos, información o herramientas necesarias para lo que vamos a hacer y, peor aún, dejamos a nuestro alrededor un montón de herramientas y material que no necesitamos y que nos genera distracción. Por ello, antes de empezar cualquier tarea realiza el mise en place disponiendo todo lo que requieras, despejando tu escritorio físico y digital, y guardando o cerrando todo aquello que no vas a necesitar. Si tu entorno es tóxico, te será más difícil mantener la concentración.
Evita las interrupciones: las personas que nos rodean o con quienes trabajamos frecuentemente son una gran fuente de desconcentración. Dado que necesitan de nosotros para gestionar sus propias tareas nos interrumpen sacándonos del foco en el que deberíamos estar. Por ello, identifica las formas como otros te pueden interrumpir e implementa barreras para que lo hagan. Algunas de las más comunes son cerrar la puerta del lugar en el que vas a trabajar o ubicarte a un lugar más aislado, usar audífonos con música que aumenta tu concentración o poner un aviso en tu escritorio que prevenga a otros de interrumpirte. Hay momentos para trabajar con otros pero también es necesario contar con momentos para trabajar enfocado de manera individual.
Controla las distracciones: tendemos a creer que nuestra falta de foco y concentración se debe principalmente a las interrupciones de quienes nos rodean. Sin embargo, está demostrado que somos costroso mismos la principal fuente de desconcentración. Para evitar que tú mismo te distraigas y pierdas el foco mientras trabajas, especialmente en aquellas tareas aburridas, difíciles o que no quieres hacer, asegúrate de desactivar las notificaciones de tu celular y tu computador, bloquea o restringe tu acceso a redes sociales y trabaja mediante mecanismos como la técnica Pomodoro.
Ocúpate, no te preocupes: una de las principales fuentes del estrés es estar pensando en aquello que viene o que tenemos por hacer en lugar de concentrarnos en la tarea o actividad que estamos realizando. Nuestra mente tiene suficiente con las tareas y actividades de un día como para que le pongamos más frentes de atención. Vuelve consciente el hábito de vivir en el aquí y en el ahora. Te aseguro que si registras todos tus pendientes en una lista única, realizas una adecuada priorización de ellos y planeas tus días de manera consistente, no tendrás sobresaltos ni se te pasará nada por ejecutar.
Practica respiración consciente: aprende a identificar los cambios en tu respiración, tanto en su frecuencia como en su intensidad, pues los patrones que sigue nuestra respiración son un indicador fehaciente de la forma como nos estamos sintiendo y un cambio en ellos no es la excepción cuando estamos saturados o sobrecargados. Así que, cuando te des cuenta de que estás respirando de una manera diferente a como lo haces habitualmente, seguramente tu mente estará a toda velocidad saltando de un tema a otro, angustiándose y propiciando la desconcentración. Dedica entonces un par de minutos a respirar conscientemente, ojalá con los ojos cerrados, para que retomes la calma y te puedas volver a concentrar.
Enfocarse es una habilidad. Y como toda habilidad hay que entrenar y practicar para dominarla y volverse un experto en ella. Aprende a identificar qué, quién, cómo y cuándo pierdes la concentración y pon en práctica estas ocho acciones para que puedas mantenerte enfocado.
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