Compartir nuestras metas con otras personas nos aligera la carga, nos motiva a cumplirlas y nos facilita su ejecución.
Fijarnos metas y alcanzarlas, es uno de los mayores retos y dificultades al que nos vemos enfrentadas la mayoría de las personas. No importa el ámbito en el que nos las fijemos. Puede ser el personal, el emocional, el espiritual, el intelectual, el laboral o el económico. Cuando somos nosotros mismos los que nos fijamos las metas, los que diseñamos y ejecutamos el plan de acción para alcanzarlas y los que evaluamos el nivel de su cumplimiento, la tarea es titánica.
Creo que es por esta razón por la que tantas personas tienen dificultares con su manejo del tiempo. No es porque conscientemente lo quieran perder o no quieran hacer un buen uso del mismo. Soy un convencido de que ninguna persona quiere, de manera deliberada, perder su tiempo. Sin embargo, estoy seguro de que de manera inconsciente, todos terminamos perdiéndolo. Hacemos cosas que no nos agregan valor, con la ilusión de que el tiempo que nos consumirá no es tan grande ni su efecto será tan dañino en nuestra productividad.
Es algo similar a lo que les sucede a las personas que quieren bajar de peso. No se comen un pastel o un helado con el ánimo de dificultar o alargar el proceso. Pero las ganas de comerse esta golosina, o las ansias que les genera el no podérsela comer, los lleva a ingerirla con la ilusión de que no será tan perjudicial frente al cumplimiento de su meta, como realmente termina siéndolo.
Igual sucede con los propósitos de año nuevo. Muchos empezamos el año con el optimismo y la ilusión de alcanzar algunas metas. Pero en la medida en que pasa el tiempo los vamos abortando o abandonando sin haberlos alcanzados.
JUEZ Y PARTE
Te estarás peguntando ¿por qué pasa esto? ¿qué tienen estas situaciones en común? La respuesta es que en todas ellas nosotros mismos estamos jugando el papel de juez y parte. Es decir, somos nosotros quienes nos ponemos la meta, los que debemos procurar cumplirla y los que evaluamos, al final, el cumplimiento de la misma. Una tarea no solo difícil, sino agotadora.
Además, lo anterior se agrava con que muchas veces hacemos cosas en contravía de nuestros planes. No importa lo claras que tengamos nuestras metas ni lo consientes que seamos frente a las acciones que debemos realizar para alcanzarlas, tenemos comportamientos o hacemos cosas que nos alejan de ellas y nuestra consciencia interior nos empieza a cuestionar por qué lo hacemos. Creando un conflicto, un debate interior nuestras mentes. Sin que nadie se dé cuenta de ello. Pues no tenemos con quien compartir lo que nos pasa, a alguien que nos pregunte cómo vamos, que nos anime o aliente en el proceso o, incluso, nos regañe.
Y es en esta debate en el que llegan las mentiras y las justificaciones. Pues aunque seamos capaces de reconocer nuestros errores y nuestras fallas, parte de las acciones y comportamientos que realizamos para mantener una autoestima alta y no auto afligirnos, es darnos explicaciones, no del todo ciertas ni cien por ciento ajustadas a la realidad, sobre el porqué no cumplimos nuestras metas.
Y eso está muy bien. No lo sanciono ni lo juzgo. Es más, lo comparto como una buena práctica motivacional. Es un comportamiento natural. Nadie quiere ni debe decretarse a sí mismo como un fracasado, un incapaz o un incompetente. Porque el simple hecho de no cumplir una meta no nos convierte en tales.
UNA HERRAMIENTA CLAVE
Hay muchas razones que pueden explicar nuestro incumplimiento. Una de ellas es el no haber sido consciente de la clave para fijarse metas, el no escribir nuestros objetivos o el no contar con herramientas que nos facilitaran el proceso.
Por ello, si eres de los que quieres cumplir tus metas; si quieres alcanzar todo lo que te propones; si quieres que en el próximo Año Nuevo no se te quede ningún propósito por cumplir, utiliza como herramienta el contarle a los demás sobre las metas o retos a los que te estás enfrentando y verás esto cómo te va a ayudar.
Cuando le cuentas a otras personas sobre la empresa en la que te estás embarcando, sobre las metas con las que te estás comprometiendo, eres más propensos a evitar que este desafortunado final en el que abortamos nuestro cometido suceda. Esto, debido a varias razones:
Consciencia: al fijarnos metas generalmente somos muy optimistas y creemos que podemos lograr muchas cosas en muy poco tiempo. Al compartir nuestras metas con otras personas ellas pueden ayudarnos a caer en la cuenta frente a las dificultades que nos implicará alcanzarlas y con ello a redimensionarla o a ajustarla a nuestra realidad o capacidad.
Buenas prácticas: cuando compartimos nuestros planes con otros, especialmente con aquellos que se han enfrentado a situaciones similares, podrán darnos tips o recomendaciones frente a cómo enfrentarlos de una mejor manera para poder alcanzar el éxito.
Motivación: si las personas a las que les contamos son importantes para nosotros, seguramente van a estar pendientes del avance en nuestros planes. Y el deseo de poder compartirles buenas noticias cuando nos pregunten cómo vamos, nos va a impulsar a seguir adelante. Además del ánimo que nos darán si nos ven desfallecer.
Presión externa: así mismo, si hay personas diferentes a nosotros mismos que saben de nuestras metas, de nuestros plazos y de nuestros objetivos, nos va a ser más difícil inventarnos una justificación o una explicación en caso de no alcanzarlos. Y el deseo de no quedar mal con ellos cuando nos pregunten cómo vamos, nos va a mover a la acción cuando sintamos que estamos flaqueando.
Compromiso público: finalmente, a la mayoría de las personas nos importa el qué dirán o nos mueve en algún grado lo que otros piensan de nosotros. Por ello la sensación de habernos comprometido a cumplir una meta, no solo con nosotros mismos sino con alguien más, es una presión adecuada que nos funciona a la mayoría para no claudicar.
Por ello, si eres de los que quiere mejorar en el manejo de su tiempo; si te gustaría ser más productivo en tu trabajo; si alguna vez has pensado que te gustaría disponer de más tiempo libre para hacer un montón de cosas para las que no te alcanzan los días; y si además haz intentado muchas cosas para lograrlo, pero ninguna te ha sido efectiva, cuéntale de tu propósito a alguien más.
La solución para muchas personas en el manejo del tiempo no radica en conocer o dominar más técnicas o herramientas para ser más productivos. La mayoría generalmente conoce muchas, las han estudiado y hasta han tratado de aplicarlas. El problema es que debido a falta de presiones o motivaciones externas desisten en el proceso y terminan por abandonarlas. Por ello contarle a los demás sería una adecuada solución. Piensa si esta es tu situación y cuéntanos cómo te va aplicando esta recomendación.