Trabajar más no nos hace más productivos. Por el contrario, para lograr más y mejores resultados debemos disminuir nuestro ritmo y hacer que los demás se muevan con él.
La mayoría de las personas pensamos que entre más trabajamos, más producimos. Que cuanto más aprovechemos nuestro tiempo, mejor será nuestro trabajo. Y como nos pagan por el tiempo que dedicamos a trabajar — no en vano la jornada laboral se mide en horas — sentimos la presión de producir contra el tiempo.
Además, en nuestra cultura se elogia a los empleados que llegan temprano o salen tarde de la oficina. Pero se sanciona y se mira mal al que llega tarde o se va temprano, así sea más productivo que el que se queda más tiempo trabajando.
Por ello, es que cada vez más personas viven en un ritmo tan acelerado y se la pasan todo el tiempo corriendo. De un lado para otro, siendo víctimas de sus agendas y compromisos, casi sin tiempo ni para respirar. Y contrario a lo que muchos creen, este ritmo acelerado no tiene nada de bueno. Mina la productividad y atenta contra la calidad de los resultados. Pero sobre todo, nos termina llevando al agotamiento y al estrés. Así que bajar el acelere y disminuir el ritmo debería ser nuestro propósito para ser más felices, lograr balance en nuestras vidas y producir más.
Si no aprendemos a bajar el ritmo y relajarnos, nos puede pasar como la parábola de la rana en la olla con agua. El estrés terminará por cobrarnos el precio sin darnos cuenta de que, como la rana a la que se le fue calentando el agua hasta que se cocinó, nos iremos apagando y muriendo lentamente por el estrés.
Hay que disfrutar la vida y el mejor día para hacerlo es hoy. La invitación es entonces a cambiar de ritmo. A hacerlo conscientemente. Especialmente en el trabajo. Crea tu propio ritmo y haz que los demás se muevan con él. Así obtendrás una mayor productividad y menos estrés.
CÓMO DISMINUIR EL RITMO
La mejor forma de disminuir el ritmo es creando fronteras. Entre el trabajo y la casa. Entre las actividades personales y el trabajo. En el trabajo fíjate también fronteras entre una tarea y otra. Crea fronteras siempre que puedas. Aprender a crear estas fronteras es tan importante como aprender a cruzarlas.
Una forma de crearlas es estableciendo rituales en el día a día que nos obliguen a desacelerar. Acá te compartimos algunos de los que más nos gustan y funcionan en Time Es Cool:
Respira profundamente, de manera consciente, tres veces antes de contestar el teléfono cuando te llamen. No cometas el error de contestar a la carrera, con algo más en tu mente. Céntrate en la llamada que estás a punto de recibir, en el interlocutor que vas a atender y deja para más adelante lo que estabas haciendo cuando sonó el teléfono.
Cierra los ojos cuando estés hablando por teléfono y pon toda tu atención en la persona que te esté hablando. No cometas el error de seguir haciendo, al tiempo que hablas, la tarea en que estabas trabajando, pues no solo no te va a quedar bien hecha, sino que la otra persona lo podrá percibir por tu falta de atención. Además, la comunicación será más fluida, profunda y clara.
Toma pausas regulares a lo largo de tu jornada laboral. Sal un momento a la calle o al jardín mientras te tomas un café o simplemente conversas con alguien más. Relájate, deja el trabajo a un lado por un momento y recárgate, así como lo hacían – o aún hacen – quienes salen a fumarse un cigarrillo.
Nunca almuerces en el escritorio. Y menos mientras sigues trabajando o respondiendo correos. Disfruta la comida y sé consciente de lo que ingieres. Además, aprovecha la hora del almuerzo para salir y dar una vuelta, así sea de quince minutos. Siente la luz del día, cambia de ambiente. Te ayudará a disminuir el agotamiento y podrás luego hacer más rápido lo que tengas por hacer.
Llega diez minutos antes de la hora de entrada a la oficina y, en lugar de ponerte a trabajar, ponte a leer las noticias o desayuna y conversa de temas personales con algún compañero. Te ayudará a ver las cosas con otra perspectiva cuando te sientes a trabajar.
Separa regularmente en tu agenda citas contigo mismo. No te las dejes mover ni cancelar. Aprovecha esos momentos para planear tu día o tu semana. Haz una evaluación de tu vida y del cumplimiento de tus objetivos. Reflexiona y analiza. Pero no te dediques a ejecutar.
Tómate una tarde libre al menos una vez al mes. Y vívela de manera espontánea. No planees nada. Simplemente di que tienes una cita con el médico o nada más escápate. Sal de la oficina sin ningún sitio en mente y pasa la tarde en el lugar a donde llegues. Camina, entra a un cine. Comete un helado. Vive el momento como llegue.
Cuando estés de vacaciones no te lleves trabajo para hacer. Mucho menos revises el correo ni atiendas ninguna llamada. Date esos días para ti, tus amigos y tu familia. No dejes que el trabajo te acelere y te robe la tranquilidad.
Llega cinco minutos antes de las citas y reuniones. Aprovecha este tiempo para tranquilizarte y centrarte, organizar tus ideas, dejar atrás lo que estabas haciendo y disponerte antes de que lleguen los demás.
Haz una pausa de cinco a diez minutos cada que termines una tarea, antes de empezar la siguiente. No juntes una con la otra. Deja que la mente se despeje y se pueda volver a recargar.
Al llegar a casa después del trabajo, antes de entrar, quédate afuera reposando cinco minutos. Bien sea en el carro, con el radio apagado, o sentado en el andén. Deja atrás todo lo vivido, las angustias, las presiones, los problemas, y entra con plena consciencia a tu hogar.
Empieza cada reunión con una pausa de un minuto de silencio. Con esto te saldrás de la urgencia y afán que normalmente nos agobia y tendrás la mente más fría para debatir sobre los temas que se deben resolver. El momento de silencio le permite a cada persona hacerse presente, serenarse y sincronizarse con los demás. Así, se creará una atmósfera que facilita la comunicación y reduce las discusiones improductivas. Se tomarán mejores decisiones, las conversaciones serán más calmadas y eficaces.
Escoge una hora del día, todos los días, en la que no recibirás llamadas telefónicas. Prográmala en tu calendario. Y cuando llegue el momento, pon tu teléfono en modo avión. Aprovecha para concentrarte y trabajar en una tarea que debas abordar de manera individual.
Evita lo más que puedas los almuerzos de trabajo. Y si te toca asistir uno, trata de discutir los temas y llegar a acuerdos y conclusiones lo más rápido posible, para que disfrutes la comida sin estar haciendo nada más.
Tómate tiempo para pensar las respuestas a preguntas difíciles que te hagan. No te dejes presionar por la urgencia para tomar una decisión acelerada. No respondas un correo, una carta ni una pregunta al ritmo que te la hacen, sino al ritmo que el tema deba necesitar.
Haz al menos una llamada personal a un amigo diferente todos los días. Saca este tiempo para conectarte con aquellos que te importan y que por el afán del día a día nunca tienes tiempo para visitar.
Para lograr poner en práctica estas recomendaciones, no solo necesitas determinación sino que también necesita aprender a decir ‘no’. Si eres de los que se te dificulta hacerlo, puedes encontrar en una publicación reciente algunas recomendaciones útiles para que aprendas a hacerlo.
Finalmente recuerda que siempre habrá tanto trabajo por hacer que, si aceptas hacerlo todo para cuando te lo piden, te lo entregarán con todo el gusto. Y que las personas que deciden tener más tiempo libre antes que más salario, por lo general son personas más satisfechas y felices.
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