Aplazamos todas aquellas cosas que no nos gusta hacer, generando desorden y aumentando el malestar, porque tarde o temprano las tendremos que hacer.
Si algo me caracteriza es el orden en mis cosas. Mi escritorio siempre está libre y despejado. Nunca tengo correos en mi bandeja de entrada aplazados por leer. Mi closet se mantiene con todo puesto en su debido lugar. Mi cama está siempre hecha, inclusive los domingos y los días que no salgo de casa. En mi cuarto nunca hay ropa tirada ni cosas mal puestas. Mi alacena parece una góndola de supermercado, con todos los productos alineados y puestos con una cierta lógica. Ni hablar de la cantidad de cocas y recipientes plásticos que tengo para guardar alimentos; mis amigos se burlan de mí y dicen que tengo tantas que puedo poner un almacén que se llame “El palacio de las cocas”.
Pero esto no se debe a que sea un obsesionado por el orden. Aunque algunos podrían pensar que sí lo soy. Se debe a que soy un obsesionado por no perder el tiempo en lo que no lo amerita. En todas aquellas cosas que tarde o temprano hay que hacerlas y entre más las aplacemos, no solo nos consumirán más tiempo, sino que nos robarán más energía. Y todo lo que genera desorden cae en esta categoría.
En varias oportunidades les he dicho en este mismo blog, que una de las claves para manejar mejor el tiempo es tener la mente despejada. Hacer que no tengamos que pensar en las cosas banales. Que nos ocupemos de pensar solo en lo importante. Pues ordenar el caos en nuestras vidas no es importante. Al menos no el caos que nosotros mismos generamos por no tomar decisiones a tiempo.
Ahora, les apuesto que no se habían detenido a analizar, que son ustedes mismos la fuente de su desorden. Que el único culpable de que exista caos en sus vidas, al menos desde el punto de vista físico, son ustedes al no tomar decisiones. Voy a darles varios ejemplos de decisiones que no tomamos con prontitud y que nos generan desorden en nuestras vidas. Recuerden que tomar más decisiones es uno de los secretos más importantes de la gente productiva.
DESHACER LA MALETA
Cuando llegamos a nuestras casas de vuelta de un viaje, traemos con nosotros una o varias maleta con el equipaje. Al momento de entrar, tenemos que decidir si deshacemos de una vez el equipaje o si lo dejamos para luego. Si lo hacemos de una vez llevando la ropa sucia a lavar, guardando lo limpio y lo que no necesita ser lavado y dejando la maleta en el sitio en que debe ir, en unos cuantos minutos habremos acabado con esto y no tendremos desorden.
Si por el contrario optamos por dejar la maleta puesta en algún rincón, para deshacerla luego, cuando tengamos tiempo, estaremos aplazando la decisión de qué hacer con cada cosa que traemos en ella. Y empieza a quedarse en algún rincón de nuestros cuartos a la espera de que actuemos frente a ella.
LAVAR LOS PLATOS
Otra situación similar ocurre cuando acabamos de comer y tenemos la cocina llena de platos y utensilios sucios. Podemos organizarlos inmediatamente o dejarlos arrumados para hacerlo después. Si los arreglamos de una vez, lavando lo que corresponde, guardando lo que se utilizó y no requiere ser limpiado, el desorden de nuestras cocinas desaparecerá en minutos.
Si en su lugar decidimos dejar los platos encima de la mesa o el mesón de la cocina, todas las ollas sucias y el fogón lleno de mugre para limpiarlos después, cuando tengamos tiempo, estaremos creando desorden. De nuevo el no decidir inmediatamente se refleja en una cantidad de desorden. Y no limpiar la cocina inmediatamente terminamos de comer no significa que no lo tengamos que hacer luego. Simplemente estamos aplazando la decisión.
ARCHIVAR DOCUMENTOS
Miremos lo que pasa por ejemplo con nuestro computador. En un día normal nos llegan un montón de correos con archivos por leer. Una vez abrimos los archivos podemos guardarlos inmediatamente en la carpeta en que corresponde o podemos optar por dejarlos en la carpeta de descargas, en el escritorio o en la bandeja de entrada del correo electrónico, para luego, cuando tengamos tiempo, guardarlos donde debe ser.
Si los guardamos de una vez en su sitio, aplicando los principios de la técnica ‘Ficha tocada, ficha jugada’, estaremos evitando el desorden y el caos de un escritorio lleno de documentos, unas carpetas de descargas con una cantidad de información o una bandeja de entrada con cientos de mensajes leídos y por leer. Pero si los dejamos arrumados en cualquier lugar para luego procesarlos, estaremos creando el caos y el desorden por aplazar nuevamente una decisión.
Casi siempre la excusa para no decidirnos a hacer todas aquellas cosas de manera inmediata, que por lo general tienen en común que no nos gusta hacerlas, es que no tenemos tiempo. Pero esto es una mentira. Lo que nos pasa es que nuestro inconsciente nos hace creer que aplazando la realización de algo que no nos gusta, nos produce una satisfacción, pero en realidad lo que nos pasa es que nos hace aplazar el malestar.
Y es que dejando la maleta a un lado no estamos evitando deshacerla. Dejando los platos sucios, no nos estamos salvando de lavarlos. Y dejando para luego la archivada de los documentos que nos llegan, no estamos propiciando el que nunca tengamos que hacerlo. En algún momento lo tendremos que hacer. Simplemente estamos aplazando la decisión de cuándo arreglar la maleta, cuando lavar los platos y cuando archivar los documentos. Y con ello generando desorden.
Además, el problema con el aplazamiento de estas decisiones es que nos roban tiempo al atormentarnos cada que nos acordamos que tenemos que hacerlo. Al ver la maleta, una y otra vez tirada en ese rincón. Al ver los platos sucios cada que pasamos por la cocina. Al ver el escritorio del computador, lleno de archivos por organizar, cada que lo prendemos.
Todas estas situaciones son pequeños ladrones de tiempo y de energía. Que miradas de manera independiente parecieran no tener mucha incidencia en nuestra productividad, pero que sumadas se vuelven unos grandes detractores. Porque nada nos roba el tiempo en grandes cantidades. Pero la suma de esa cantidad de poquitos, sí nos roba mucho tiempo.
Abalícenlo bien. Cualquier tipo de desorden que tengan en sus vidas es la consecuencia de una decisión aplazada. De una acción no realizada a tiempo.
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