Recomendaciones para que vivas el aquí y el ahora, encontrando cada día más de un motivo para sonreír y ser feliz.
Existen varias recomendaciones y técnicas que podemos utilizar para disminuir el agobio y evitar el estrés que nos generan tantas cosas que tenemos por hacer. Sin embargo la mejor de todas es vivir conscientes del presente y del ahora. Siempre. En todo momento. La explicación es muy sencilla.
Cuando nos enfocamos en el aquí y el ahora, dejamos de pensar en lo que viene, en lo que fue, en lo que pudo haber sido y no fue. Sacamos la tarea que estamos haciendo adelante. Disfrutamos de un momento de relajación. Hacemos lo que sea, tanto del ámbito laboral como del personal a plena conciencia.
Mientras que cuando nos ponemos a pensar en el pasado o en el futuro, la preocupación de si el tiempo va a ser suficiente, de si la calidad que obtengamos será la adecuada, de si ganaremos el examen u obtendremos la promoción que tanto anhelamos, de si seremos valorados y reconocidos como nos lo esperamos, no nos deja vivir el ahora y nos sobrecarga, al menos mentalmente, de una energía negativa que evita que hagamos bien lo que estamos haciendo y que lo disfrutemos. Sea lo que sea.
Piensen en un caso bien sencillo. Una mamá se sienta a jugar con su hijo de tres año. El niño empieza a sacar juguetes y a regarlos por toda la casa. Toma uno y suelta el otro. Generando un gran desorden. La mamá que está viviendo el presente disfruta con placer poder compartir con su hijo un momento tan especial, el cual, a medida que crezca, será cada vez más escaso y quizás no lo vuelva a tener. Por otro lado, una mamá que vive en el futuro, en lugar de jugar con su hijo se preocupa por el desorden que se está formando y le advierte al niño que al terminar tendrá que recoger ese desorden que está haciendo. Como ven, no solo no está disfrutando el juego sino que ya está angustiada, estresada y amargada por lo que se viene, o mejor, se podría venir después.
Ahora, esta idea de vivir el presente en lugar de añorar el pasado o preocuparnos por el futuro es algo que muchos autores han tratado y que ha impactado muchas disciplinas del saber. Sin embargo, en el manejo del tiempo, sí que es válida. Porque el hoy es lo único cierto que tenemos y por eso es el mejor día. El tiempo pasado ya lo vivimos y no volverá. Y el tiempo futuro no tenemos ninguna certeza sobre si estaremos en él.
LO HACEMOS TODO EL TIEMPO
Seguro estarás pensando que esto no te pasa a ti. O por lo menos no con la frecuencia con que lo estoy insinuando. Sin embargo estás muy equivocado y por eso te comparto a continuación varias situaciones de la vida cotidiana en donde nosotros mismos, por el afán de vivir el futuro no disfrutamos el presente y nos cargamos de angustia y estrés:
La facilidad que nos dan nuestros teléfonos de vivir conectados y tener acceso a todo de manera inmediata, hace que tengamos una serie de alertas y notificaciones que nos interrumpen a cada momento. Y, en lugar de dejarnos disfrutar una película, sacar provecho de una reunión o compartir con la persona con la que estamos conversando, aumentamos nuestros niveles de tensión y empezamos a maquinar todo lo que tendremos que hacer con ese favor que nos acaban de pedir por WhatsApp o con ese correo electrónico con la solicitud que nos llegó.
Cuando vamos a subirnos a un avión o a entrar a un teatro o un cine, en lugar de esperar con tranquilidad a que nuestro grupo de abordaje o entrada sea llamado, optamos por pararnos y hacer la fila de manera desesperada, como si nuestro asiento no estuviera ya reservado. Nadie más lo podrá usar. Así que en lugar de disfrutar un momento de reposo en una sala de espera, cómodamente sentados, tal vez leyendo algo o hablando con alguien a quien queremos, nos adelantamos a lo que podría pasar – que está solo en la mente nuestra – y corremos a pararnos aumentando nuestro nivel de tensión.
Nos llama nuestro jefe para pedirnos que vayamos a su oficina o nos agenda por email. Lo primero que se nos viene a la mente es que nos va a regañar o nos va a hacer un reclamo por algo que hicimos o dejamos de hacer. Volvemos infernales los minutos o las horas que transcurren entre la citación y la reunión. Cuando en realidad no sabemos ni por qué nos ha llamado ni qué es lo que nos va a decir. Y aunque en efecto sea para regañarnos, ¿qué sentido tiene que adelantemos la preocupación sin ni siquiera saber qué es lo que pasó? ¿Nos ayuda acaso a disminuir su nivel de inconformidad?
VIVE SIEMPRE EN EL PRESENTE
Ahora, vivir siempre en el presente es un reto. No voy a decir que sea fácil. Porque la mayor parte del tiempo ni siquiera somos conscientes de en qué estamos pensando. Simplemente nuestra mente va más rápido que nosotros de aquí para allá, preocupándose por lo que pasó o por lo que posiblemente vaya a llegar o a suceder. Por ello, crear este nivel de conciencia, de vivir el hoy y el ahora, es vital. Y estas son algunas prácticas que puedes implementar y que te ayudarán a lograrlo:
Fíjate metas diarias: en la mañana, al despertar, en lugar de tomar tu teléfono y empezar a navegar en las redes sociales y ponerte a pensar qué hubiera sido de tu vida si hubieras tomado aquella decisión o a dónde te gustaría ir si tuvieras el dinero o el trabajo de alguien más, reflexiona sobre una o dos cosas que quieres lograr en ese día, de manera que te sientas feliz y con sentido de logro al final de la jornada.
Celebra cada momento: no dejes pasar nada bueno que te pase sin que lo celebres, sin que des gracias por ello. Un carro que te ceda el paso, una buena celda de parqueadero que te encuentres en el centro comercial, el ascensor que justo estaba disponible en el nivel de acceso cuando llegaste a trabajar, una canción que te gusta que pusieron en la radio. Vuélvete consciente de los momentos felices, por pequeños que sean, porque nuestra mente está más preparada para recordar los momentos tristes o las situaciones difíciles y por eso le debemos ayudar aumentando el número de sonrisas que tenemos cada día.
Pasa tiempo contigo mismo: deja el afán de estar buscando distracciones todo el tiempo. Ya sabemos que hay que disminuir el ritmo para que nos rinda más, pero además, alejarnos de Netflix, de las redes sociales y de la tecnología en general nos ayudará a conocernos mejor y a tomar mejores decisiones que nos hagan más felices. Medita, escucha música que te relaje, respira o simplemente sal a caminar. Pero hazlo solo para que lo puedas apreciar. Esto te ayudará a ser consciente de todo lo que tienes.
Evalúa tu día: antes de acostarte, identifica las cosas que te alegraron tu día. No importa lo duro o difícil que este haya sido, con seguridad hubo algo, por pequeño que haya sido que te permita poner una sonrisa en tu cara antes de acostarte. Bien sea un chocolate que te comiste, una llamada que recibiste o un abrazo que te dieron. Todo cuenta. Seguro que cada día encontrarás algo por lo cual valió la pena vivir.
Así pues, el hoy es el único momento que tenemos para disfrutar, para crecer, para ganar, para vivir, para disfrutar, para ser feliz. Enfoquémonos entonces en él y vivamos de verdad, cada minuto de nuestras vidas como si fuera el último. Cómete el postre antes de la ensalada. Estrena esa camisa que acabas de comprar. No guardes nada simplemente esperando que algo más suceda porque no sabes si, en efecto, va a suceder. Disfruta a tu familia y a tus amigos como si nunca los fueras a volver a ver. Gózate tu trabajo o tu estudio como si no fueras a tener ninguna otra oportunidad de crecer y aprender. Nunca dejes de vivir, de reír, de disfrutar y, sobre todo, de agradecer.
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