La procrastinación equivale a autoinflingirnos un dolor largo y sin embargo persistimos en practicarla. Conoce algunas claves para combatirla.
La mayoría de ustedes se estarán diciendo que la pregunta que titula este artículo no tiene sentido. Que su respuesta es obvia. Que prefieren, al igual que todo el mundo, un dolor corto a un dolor largo. Y desde el punto de vista físico puede que tengan razón. Sin embargo en lo referente a la productividad y al manejo del tiempo pareciera que la mayoría de las personas preferimos un dolor largo a uno corto. Pues este es el resultado o la consecuencia de la procrastinación.
A lo que me refiero es a que cuando uno procrastina algo, lo cual hacemos todos, lo que está haciendo es evadiendo o evitando dedicarse a una tarea o una actividad que le resulta molesta, incómoda o difícil. Y por evitar este dolor o esta incomodidad la aplazamos una y otra vez, de manera incluso indefinida pero sin olvidar que tenemos que hacerla. Que sigue ahí en nuestra lista de pendientes, en nuestras mentes, mortificándonos e incluso hasta en un tono amenazante recordándonos que tenemos que hacerla.
Y es precisamente este proceso de aplazamiento el que alarga nuestro dolor. Porque la incomodidad de que hay algo maluco por hacer sigue ahí. Y al final, no solo sufrimos del dolor de realizar algo que no nos gusta, no sabemos o no disfrutamos, sino que a este le agregamos la incomodidad de pensar que tendríamos que hacerlo por varios días, semanas o meses.
¡Sí ven! Por esto digo que en cuanto se refiere al manejo del tiempo a veces parecemos masoquistas. En lugar de aguantarnos un dolor corto y realizar una tarea incómoda inmediatamente se nos presenta, por hábitos como la procrastinación tendemos a alargarlo y hacer que la incomodidad dure mucho más. Y es que pensamos que tomando el camino fácil, que es evadir nuestra responsabilidad y aplazar nuestros compromisos, estamos evitando el dolor. Pero esto no es cierto. Lo estamos únicamente posponiendo y a la vez estamos creándonos un nuevo malestar que es la sensación de que hay algo que no nos gusta y que aún lo tenemos por hacer.
Esta elección por el dolor largo no es exclusivo del manejo del tiempo. Algo similar ocurre cuando vamos donde el médico por una infección y, después de su diagnóstico, nos indica que requerimos de unos antibióticos para mejorarnos. Algunas veces nos da la opción de aplicarnos una inyección o de mandárnoslos en pastillas. La primera nos ofrece una recuperación rápida pero dolorosa (especialmente para quienes temen a las agujas), mientras la segunda nos ofrece una recuperación más lenta pero sin aparente dolor. Y digo sin aparente porque al momento de tomar esta decisión nadie pone en la balanza lo pesados que son para el estómago los antibióticos de ingestión oral. Y es así que como respuesta a esta pregunta del médico, la mayoría de las personas opta por los antibióticos orales, de nuevo desafiando la supuesta obvia respuesta al titular de este artículo y yéndose por el dolor largo, dado que no solo tardará más en recuperarse de su infección, sino que también le agregará el malestar estomacal causado por los antibióticos orales.
Aunque ya había compartido en un artículo anterior algunas técnicas para combatir la procrastinación, si de verdad quieres evitar que esta situación se siga presentando en tu vida, acá te comparto algunas técnicas para que aprendas a escoger el dolor corto en lugar del dolor largo cada vez que tu mente te juegue una mala pasada y te tiente con la procrastinación.
1. ENFRENTA EL DOLOR
Lo mejor que puedes hacer es enfrentar las cosas malucas en la vida tan pronto como se te aparezcan. No las dilates ni las aplaces. Entre más las aplaces o evites, mayor será el sufrimiento y más largo el tiempo que pasarás con este dolor o incomodidad. Hay que aceptar lo que llegue sin importar que tan incómodo sea y así seguir adelante. Pues está comprobado que las personas que enfrentan el dolor, sin dilatarlo, alcanzan más prontamente todo lo que se proponen en sus vidas.
2. DESARROLLA AUTOCONCIENCIA
Cuando te enfrentas a algo nuevo, a algo desconocido tu temor interno se aviva a manera de defensa, de protección. Porque todos le tememos al cambio. Entonces la forma que tenemos para protegernos y cuidarnos es defender el status quo. Así, siempre que debemos realizar algo que novedoso, diferente, especial o difícil, nuestra mente tratará de protegernos alejándonos de ello y propiciando la procrastinación. Pero la autoconciencia y el autoconocimiento son las herramientas que debemos utilizar para combatirla y tomar la decisión de enfrentar aquello a lo que nos vemos avocados y asimilar ese mar de sentimientos que tenemos frente a nosotros, entendiéndolos y enmarcándolos en su justa dimensión.
3. AUMENTA TU SEGURIDAD
Algunas personas son inseguras y dudan de ellas mismas todo el tiempo. Esto se debe a que tienen una orientación más hacia su interior que hacia el exterior. Y por esto, ese sentimiento de inseguridad los acompaña todo el tiempo o casi todo el tiempo. Si tú eres una de estas personas inseguras de sí mismas y que les preocupa mucho lo que otros opinen de ti, debes cambiar tu enfoque por uno más exterior, pensando un poco más en los otros que en ti mismo, pues la procrastinación no es más que un reflejo de los deseos que tienes de cuidarte y protegerte para no defraudar a los demás, pero no por ellos mismos, sino por la imagen que ellos se puedan formar de ti. Para lograr cambiar de enfoque, debes demostrar compasión genuina por los otros y encontrar formas de ayudarlos. Practica continuamente dando pasos para demostrar que te interesan los demás.
4. DESAFÍA TUS MIEDOS
La mayoría de nuestros miedos no son reales. Son alucinaciones o temores que existen únicamente en nuestras mentes. La mayoría de las cosas terribles que nos imaginamos y por las que nos preocupamos nunca suceden. Sin embargo el temor que nos da que sucedan nos lleva a procrastinar. Debes entonces desarrollar la capacidad de desafiar y sobrepasar tus miedos e inseguridades, sin importar si son reales o no. Pues la mayoría de las veces lo vas a poder comprobar tras realizar esa actividad que tanto has aplazado, no es tan difícil ni tan larga ni tan maluca como te lo imaginabas. Todos estos sentimientos negativos existían únicamente en tu imaginación.
5. HAZLO DE PRIMERO
Finalmente, si quieres combatir definitivamente la procrastinación, haz siempre de primero cada día, cada semana, cada mes aquello que más aborreces hacer. No solo porque esta recomendación está totalmente alineada con el principio de la productividad que indica que debemos realizar siempre lo más difícil, largo o complejo en el momento más productivo del día, sino también porque como recomendaba el filósofo norteamericano Ralph Waldo Emerson: “Haz siempre lo que temas hacer.”
Así que la próxima vez que te pidan un informe, una presentación, un análisis o un reporte que te cueste mucho hacer y que tengas la tentación de procrastinar, hazlo de una vez. Tan pronto como te lo pidan, en lugar de dejarlo incubar en tu bandeja de entrada o en tu lista de pendientes hasta que se acerque su fecha final. Recuerda que si lo aplazas estarás cambiando ese dolor corto por uno mucho más largo y doloroso.
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